miércoles, 15 de diciembre de 2010

Piropear: Todo un Arte







En el siglo XII los cortesanos conquistaban mujeres por medio de frases.

En la actualidad, los piropos van desde frases poéticas hasta la famosa frase "Tanta carne y yo sin dientes!"



Algunos hombres son expertos en la materia; otros, los saben, pero se detienen a decirlos, y la mayoría de mujeres los han escuchado, en alguna ocasión de sus vidas.

Dicen que el hombre se enamora por la vista y la mujer por los oídos y, sin duda, los piropos son unas de esas frases que hacen pasar a las mujeres momentos de encanto o desagrado.





El "piropeo" es un recurso muy común para la conquista de una mujer. El aspecto personal, un roce, una mirada, también son parte fundamental dentro de la "destreza del ligue", menciona el blog el arte de ligar.









Un piropo no es más que una expresión popular cuasi-poética, empleada para resaltar la belleza, las formas de la mujer o del hombre.

Aunque en algunos casos pueden resultar ofensivos y francamente vulgares, no dejan de tener picardía e ingenio y una chispa de poesía ignata, pero su fin es halagar, conquistar, ofender, provocar, causar placer o disgusto.



Todo empezó hace casi ocho siglos cuando estaba prohibido desbordar pasiones, por lo cual los cortesanos de la época se convirtieron en encantadores de mujeres por medio de frases y palabras, menciona el sitio enplenitud.com.






Los piropos no se quedaron atrapados en el Siglo XII. Con el paso del tiempo, el ser humano ha encontrado la forma de crear nuevos y variadas frases de encanto que van desde poéticos hasta vulgares.





A continuación te presentamos algunos para ganarte el corazón de alguna "damisela"









"Desde siempre soñé que la vida era bella, y no sabía por qué... hasta que descubrí que tú formabas parte de ella."

"Si yo fuera el sol y tú la luna jamás hubiera existido ni el día ni la noche."

"Mi amor, dicen que Dios hizo los cielos y la tierra en siete días, pero yo sé que fue en tan solo un día, porque los otros seis los ocupó para crearte."

"Contigo... Hasta lo imposible es fácil para mí."

"Si al verte me envuelve un estupor, ni pensar en decirte piropos de amor."






También hay algunos que puedes dedicar a mujeres más relajadas.








"Si tú fueras La Luna y yo el Sol, juntos formaríamos un Eclipse total"

"Cuando te miro, me haces pensar en mi sexta novia - ¿cuántas has tenido? - sólo cinco."

"Quien no cree en el amor a primera vista, es porque no te conoce."

"El primer beso no se da con los labios, se da con los ojos. Deja de guiñarme el ojo."

"Le he pedido a Dios una chica como tú ¿harás que no pierda la fe?"





Hay otros, subidos de tono, que pueden llegar a molestar a la mujer piropeada







"¿Te gustan los caramelos? ¿si? ¡Tómame!"

"No me importa el físico de una chica, por eso no me importa en absoluto que estés tan buena."

"Se te ha caído este papel... el que te envuelve bombón."

"Tanta carne y yo sin dientes."

"Si tu pecho fuera cárcel, y tus brazos cadenas... ¡qué bonito lugar para cumplir mi condena!"




Los piropos no son exclusivos para las mujeres; muchos hombres también los reciben.







"Acabo de encontrar al padre de mis hijos."

"Préstame a tu general que yo te lo hago mayor."

"¿Cómo caminan las tortugas? A....PACITO"

"Tu mamá debe de ser repostera...¡Qué bizcochos los que hace! "

"¿Quién fuera bizca para verte dos veces?"

"Quisiera ser reloj para ser la dueña de tu tiempo."

"¿De qué juguetería te escapaste muñeco?"









Los piropos pueden ser una buena herramienta para conquistar a una mujer; sin embargo, es importante que encuentres el modo y la forma de decirlos para no convertir una probable sonrisa en una posible cachetada!





Femme:




¡Qué lindos son los piropos!


De verdad, no me importa una nada que lo que me dice un hombre sea verdad o mentira al momento de piropearme, solo me interesa que me haya dedicado el ratito (y el galanteo, obvio).









Más allá de las guasadas que una se acostumbra a escuchar en su paso por la ciudad, hay piropos que nos emocionan, que nos hacen sentir únicas, que nos inducen a enamorarnos (aunque sea por un momento) del hombre que nos lo dijo.

¿O me equivoco y soy la única tarada a la que se le escapan los ojos detrás del piropeador de turno?


Cuando me piropean lindo, regalo una sonrisa.

También hay miradas que son piropos, y que no solo están dedicadas a nuestras partes más carnosas, hay que decirlo.

Hay hombres que miran a los ojos directamente y que dedican una sonrisa cuando, finalmente, y ante la insistencia, accedemos a mirarlos.

Ah, sí, porque nos hacemos las exquisitas, ¿eh? En eso, cuando queremos, no hay quien nos gane.








A medida que pasa el tiempo y vamos madurando, las mujeres recibimos más piropos "de mirada" que de palabra. Quienes nos dedican el vistazo halagador son, también, hombres maduros que, tal vez por miedo o por vergüenza, ya no se animan a pronunciar el halago (una pena, de verdad).



Pero no dejan de mirar.






Sépanlo, hombres, eso es bueno, queremos eso, queremos que nos miren, nos encanta que nos piropeen.









Eso sí, ni se te ocurra mirar a otra si estás conmigo, porque te parto el sifón en la cabeza.








A mi me dijeron una vez un piropo del que no me voy a olvidar mientras viva (o mientras huya de las garras del Alzheimer):

"Sos un poema de Neruda hecho realidad".



Exijamos, hoy, un piropazo.





Te regalo uno, usalo!!





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